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Rubens: un apasionado de la astronomía

Pedro Pablo Rubens fue uno de los pintores más importantes y prolíficos del siglo XVII, cuya obra abarca diversos temas como la mitología, la historia, el naturalismo o la religión. Pero además de ser un gran artista, Rubens también fue un hombre culto e interesado por la ciencia, especialmente por la astronomía. En algunas de sus obras, se pueden apreciar referencias y homenajes a los descubrimientos astronómicos de su época, como los que realizó Galileo Galilei con su telescopio.

En este artículo, vamos a ver dos ejemplos de cómo Rubens plasmó en sus lienzos su admiración por el cosmos y por los avances científicos que revolucionaron la visión del universo en el siglo XVII.

El nacimiento de la Vía Láctea

Esta obra, que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid, representa el mito del origen de la Vía Láctea según la mitología romana. Según el relato de Higinio en su Poeticon Astronomicon, el dios Júpiter colocó a uno de sus hijos bastardos, Hércules o Mercurio, en el pecho de su esposa Juno mientras ella dormía, para que bebiera de su leche y se hiciera inmortal. Al despertar Juno y darse cuenta del engaño, arrojó al niño lejos de ella y su leche se derramó por el cielo, formando la Vía Láctea.

Rubens recrea este momento con gran maestría y belleza, pero además introduce en el cielo estrellado algunos cuerpos celestes que fueron observados por Galileo y que hasta entonces habían pasado inadvertidos. Así, podemos ver a Saturno con sus anillos y lunas, Júpiter con sus satélites o Venus con sus fases. De esta forma, Rubens rinde homenaje al astrónomo italiano y a su revolucionario telescopio, que le permitió descubrir estos fenómenos celestes.

Saturno devorando a un hijo

Esta obra, que también se conserva en el Museo del Prado, es una de las más impactantes y violentas de Rubens. Se basa en el mito griego de Cronos (Saturno en la mitología romana), el dios del tiempo que devoraba a sus hijos recién nacidos por temor a que le arrebataran el trono. Solo se salvó Zeus (Júpiter), que fue escondido por su madre Rea y que luego derrocó a su padre.

En esta pintura, Rubens muestra a Saturno con una expresión feroz y desesperada, sujetando con una mano a uno de sus hijos y mordiéndole la cabeza con la otra. La sangre salpica el cuerpo del niño y el rostro del dios. El fondo es oscuro y tenebroso, pero en la parte superior se distinguen tres luces celestes que representan a Saturno y sus anillos, tal como los vio Galileo por primera vez. De nuevo, Rubens hace un guiño al astrónomo y a su telescopio, que le permitió observar este planeta con más detalle.

Estos son solo dos ejemplos de cómo Rubens reflejó en su obra su relación con la astronomía y su admiración por los descubrimientos científicos de su tiempo. Rubens fue un artista que supo combinar la tradición clásica con la innovación moderna, creando obras maestras que nos siguen fascinando hoy en día.

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