5 datos curiosos sobre el Museo del Prado
1.¿Por qué se llama el Prado si no hay ningún prado?
El nombre de este museo siempre causa cierta confusión y alguna que otra situación graciosa. ¿Dónde está ese supuesto prado? La verdad es que se trata de un lugar en que, originalmente, sí había un prado. El museo se construyó en el prado de los Jerónimos, un solar colindante al famoso y simpático Monasterio de los Jerónimos. En un principio recibió nombres no originales como Museo Real de pinturas o el de Museo Nacional de Pintura y Escultura, pero la falta de atractivo de estos nombres (y el uso común del nombre El Prado para referirse al museo), hizo que en 1920 a través de un decreto ley se decidiera bautizarlo con el nombre por el que todos lo conocemos ahora.
2.Picasso fue director del Museo del Prado
Un hito en el currículum de Picasso: fue director del museo de 1936 a 1939, designado directamente por Manuel Azaña. Aunque no pudo hacerlo (por la guerra civil), solía jactarse ante sus amigos por ocupar el cargo. Lo cierto es que era habitual que los mejores artistas del país se conviertieran en directores del museo, como lo hicieron artistas de la talla de Madrazo y Gisbert.
3. Una de las mayores mudanzas de la historia
Y hablando de la Guerra Civil, el bombardeo de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil dejó claro que las obras corrían un grave peligro. A través de un largo periplo, las obras de grandes maestros como Goya o Velázquez fueron llevadas hasta la costa levantina y de allí hacia la Sociedad de Naciones de Ginebra, donde hibernarían durante el resto de la contienda.
4. Y el Goya es para...
No, no hablamos de premios de cine. El Museo del Prado contiene un total de 152 obras de Goya, además de tener el honor de conservar las obras más importantes y famosas de este pintor, uno de los más grandes de la historia. Pero, más allá de eso, el Prado cuenta con la mayor colección de pinturas de Velázquez, El Greco, Tiziano o Rubens (entre otros), lo que la convierte en la mayor y mejor galería pre-vanguardias del mundo.
5. El inicio de los impresionistas
Aunque el Prado es conocido por los artistas mencionados en el anterior punto, y aunque sin llegar a cubrir las vanguardias, alberga dos cuadros que, para muchos, supusieron las bases del impresionismo. El primero es la Vista del jardín de la Villa Médicis en Roma, pintado por Velázquez, en el que el pintor sevillano comienza a jugar con la luz, la naturaleza y las sombras. El segundo, la imprescindible Lechera de Burdeos, uno de los últimos óleos de Goya, nos encontramos con un estilo más suelto, libre y experimental que inauguraría el Romanticismo y que sería un paso fundamental y una inspiración clave para los ‘verdaderos’ impresionistas.
Información extraída del artículo de Javier Zori del Amo para Condé Nast Traveler: shorturl.at/beiy5